miércoles, 6 de mayo de 2009

DÍA I: HISTORIA DE UN VIAJE

30 de abril de 2009
Mi pulso se acelera. Desvío ligeramente la vista hacia esa mochila verde que me ha acompañado en tantos buenos momentos. Pero aun no: estoy en clase, y debo atender; ya llegará el momento de pensar en el encuentro. Sin embargo, entre una integral y otra, mi mente se llena de lugares que conoceré, personas con las que me volveré a encontrar. En definitiva, volveremos a compartir camino.
Y ahora sí, empieza para mí el encuentro. Con cierta velocidad me dirijo hacia el exterior, y más aun cuando veo que el tranvía se aproxima hacia mi parada. No puedo perderlo, porque esto supondría un gran retraso. Me acuerdo de todas las personas a las que volveré a ver, y eso me da un extra de velocidad que me facilita llegar a tiempo. La aventura ha vuelto a mi vida.
Pero ahí no acaban las prisas. Otra carrera se prepara. Llegando a la estación donde debo hacer transbordo, el otro tren se sitúa en paralelo al mío. De nuevo, en cuanto las puertas del tranvía de Valencia nos lo permiten, me dirijo rápidamente hacia el metro que, satisfactoriamente, pero no sin sudor sobre mi tez, puedo tomar.
Por fin, la Estación del Norte. El tiempo me ha favorecido e incluso cuento con algunos minutos para reflexionar sobre lo que estoy a punto de empezar a vivir. De repente, suena en la lejanía una voz familiar, la de una gran amiga: María acaba de llegar, también entusiasmada con este encuentro, mostrando una gran cara de felicidad porque de nuevo estamos viviendo una aventura en común.
De este viaje en tren a Madrid, solo destacar la impotencia de pasar por mi tierra, Albacete, sin ni siquiera poder poner mis pies sobre ella, pero esto es así: la ruta me llama.
Una oleada de calor invade el vagón en el momento en que sus puertas se abren. Nos encontramos en la capital del reino. Y, reflexionando, me percato de que en un mismo día estoy circulando en dos metros muy distintos: el de Valencia, de 21 años de antigüedad, y el de Madrid, el cual se encuentra en estos momentos celebrando su 90 aniversario. Además, una sutileza que suele confundir parcialmente a valencianos y madrileños cuando utilizan el metro de la capital o de la ciudad del Turia, respectivamente: el primero circula por la izquierda, mientras el segundo lo hace por la derecha.
Una vez en la estación de autobuses, nos encontramos con varios ruteros que también se dirigen al esperado encuentro. Si hay algún denominador común entre nosotros es la ilusión por volver a sentirnos como si estuviéramos en ruta, acompañados por nuestros amigos.
El viaje, cuanto menos, largo; pero esto no implica que fuera pesado, puesto que entre contarnos cómo nos ha ido últimamente y algún que otro juego de cartas se suavizó la dureza de tanto tiempo en el autobús.
Finalmente, primer destino alcanzado: Cartaya, municipio de la provincia de Huelva. Allí, se multiplican los amigos compañeros de camino: Rodrigo, Saray, Álvaro... y muchos otros a los que conoceré en posteriores días.

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