viernes, 8 de mayo de 2009

TERCER DÍA: ALGO PURAMENTE NUESTRO

2 de mayo de 2009
Dicen que las fechas son algo meramente orientativo, que no pasaría nada si las desviamos ligeramente, si confundimos una con otra, o si simplemente hubiésemos elegido otra configuración del calendario. ¿Os imagináis, queridos lectores, un año de siete días? Una vez a la semana sería nuestro cumpleaños, aunque al final de nuestra vida los contaríamos por miles, o quizá incluso algún intruso número nos jugaría malas pasadas aumentado nuestra ya enorme edad.
Pues sí, el 2 de mayo, el día que todos estábamos esperando, llegó por fin. Impacientes, expectantes en la plaza del ayuntamiento de Cartaya, atentos estábamos esperando la llegada de nuestro día. Pero una cosa debía hacer antes de comenzar las celebraciones de nuestro día, el día del grupo 2 de mayo, y ese asunto pendiente era felicitar a mi gran amiga Aida: acaba de empezar su cumpleaños.
Juntos de nuevo, Rodrigo, María y yo, miembros fundadores del grupo, por un momento nos acordamos de la que por siempre será miembro honorífica del conjunto, Almudena, que no pudo acompañarnos en nuestro día. Dentro del secretismo se encuentran parte de nuestros actos de conmemoración de esta fecha tan especial para tres personitas, y por ello el curioso lector, que seguro se encontrará ávido por conocer esos detalles que solo sabemos nosotros tres, solo sabrá que fue sinceramente increíble, irrepetible, vida pura, algo meramente espiritual.
Volviendo al tema que nos ocupa, que no es otro que el de compartir estos días de encuentro, decir que vivir la historia fue poco en comparación con lo experimentado este día. En La Rábida, subido en las reproducciones de las carabelas que llevaron a Cristóbal Colón hacia el nuevo mundo, me sentí integralmente vivo. Mirar hacia el horizonte, observar lo que vio el Almirante, pensar cómo imaginaría los nuevos mundos por conocer al otro lado del océano, notar cómo golpeaba mi piel ese viento que siglos antes despeinaría en más de una ocasión al descubridor... todo ello fue algo mágico.
Pero ahí no acaba todo. El parque botánico José Celesitino Mutis (botánico, astrónomo, geólogo, un personaje realemente importante en la historia hispanoamericana) nos recordó a muchos esa flora americana que tanto anhelamos, y nos perdió por sus rincones llenándonos de curiosidad, observando plantas, cada cual más interesante, y viendo cada una de las plazas que tiene dedicadas a los diversos países de América.
Cambiamos de tercio. No vi el R. Madrid-Barcelona, siendo un auténtico barcelonista. Y no me arrepiento de ello. En esa tarde conocí el monasterio de La Rábida, donde el Almirante vivió un tiempo antes de partir hacia América, caminamos hasta Palos de la Frontera, lugar de partida de Colón, cuyo patrón es S. Jorge, al cual fotografiaron junto a mí en una instantánea que siempre me recordará dos lugares: Golosalvo y Palos. Y, finalmente, cuando había posibilidad de acercarme hacia un televisor para disfrutar con los goles de mi equipo, tomé la sabia decisión de disfrutar con grandes amigos de un atardecer en la playa de El Rompido, bajo la luz de un faro.
De la noche, poco queda que contar, porque solo nosotros tres sabemos lo que ocurrió en nuestro día.
Con estas líneas cierro el diario de un encuentro, de un viaje, que todos vosotros habéis hecho posible para mí.
AMIGOS, MUCHAS GRACIAS

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