martes, 28 de julio de 2009

EL GALICIA

Imponente, cual el Cid Ruy Díaz en cada batalla, un héroe del mar, fuerte, sabio: ése es el Galicia, barco anfibio de la Armada. Imponente, por su tamaño; fuerte, por su potencia, capaz de soportar las más duras tempestades; sabio, pues dotado está de actuales tecnologías de navegación; y, lo más importante, un héroe, por aquello de haber ayudado a gran cantidad de personas: allí estaba, junto a su tripulación, dispuesto a ofrecer lo mejor de sí mismo, cuando gente de todo el mundo precisaba de ayuda.
En esta ocasión no se trataba de ayuda humanitaria, sino más bien de formar parte de un programa que ha unificado la comunidad iberoamericana para recuperar aquellos lazos que nos unieron durante más de trecientos años: Ruta Quetzal vivió unas apasionantes jornadas a bordo del Galicia. Primeramente, desde estas líneas, el más sincero agradecimiento a toda la tripulación, pues de verdad fueron totalmente hospitalarios, compartiendo con nosotros lo que en muchas ocasiones ha sido su hogar, haciendo que fueran unos días inolvidables. Valencia, con el paseo en bicicleta por sus más importantes lugares; Cartagena, donde fue homenajeado Juan Fernández; Málaga, lugar en el que recordamos a una persona que fue modelo de persistencia, Bernardo de Gálvez; y, cómo no, Cádiz, ciudad conocida por dos acontecimientos: sus carnavales, únicos, y la célebre Constitución de 1812, "la pepa", muestra del nacimiento de un estado liberal como el que hoy en día tenemos. Todos estos lugares fueron puertos del barco que por siempre recordaremos.
Más allá de los puertos, allí estaba el mar, incombustible compañero de travesía, enorme, compañero, amigo, fuente de vida y de relajación. Ese espíritu que ha estado presente en canciones, leyendas, refranes, como lo prefiera el lector pero, en definitiva, fuente de inspiración, acompañante del escritor, músico o pintor.
De personajes históricos, podemos afirmar que nos acercamos a las figuras de Jaume I "El Conquistador", creador del Reino de Valencia, Bernardo de Gálvez, ayudante en la independencia de EE.UU., conocido por su lema "yo solo", y muchos otros más, siempre acompañados por la lectura de uno de los mejores poemas épicos de la lengua que nos une, "La Araucana", de D. Alonso de Ercilla Zúñiga, el cual cuenta la conquista cristiana de Chile, poniendo mejor a los mapuches, indígenas de la tierra, que a los españoles. Para concluir, me gustaría referir un homenaje a la tierra que espera en diciembre a esta Ruta Quetzal 2009, incluido en el referido poema épico:
"Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada,
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a estranjero dominio sometida."
La Araucana, Alonso de Ercilla