domingo, 1 de enero de 2012

LONDRES (I): VIDA

La melodía del Big Ben marca el ritmo de la ciudad. La puntualidad es una asignatura obligatoria,y muestra de ello son los miles de relojes que adornan sus calles: no hace falta llevarlo en la muñeca, porque en cualquier lugar, alzando ligeramente la vista, encontrarás muy fácilmente la hora.


A la izquierda de las aguas del Támesis en su recorrido hacia el mar, se encuentran los lugares más destacados de Londres, con excepción de la enorme noria conocida como London Eye, que se mueve a una velocidad realmente lenta, desde la cual se pueden divisar algunas de las mejores vistas de la capital inglesa. Sin embargo, tres meses han servido para quedarme con el centro: sobre uno de los innumerables puentes, por la noche, generalmente a mitad de un entrenamiento, no me canso de disfrutar de esa maravillosa instantánea formada por el reflejo de las luces de la capital sobre las poderosas aguas del río.

Otra característica de Londres son sus parques y jardines. Estos últimos son muy comunes, pudiendo encontrarlos en la mayoría de las calles y disfrutando con las maravillas que los más destacados jardineros son capaces de crear en ellos. Sobre parques también hay mucho que hablar: en ellos encontraremos a cientos de corredores, aunque también a familias recorriéndolos y algunos descansando en el césped en los días más calurosos. Pero no sólo son humanos sus habitantes, puesto que hay una muy variada fauna en ellos, sobre todo cerca de sus lagos y estanques.



Sin embargo, al llegar las ocho de la tarde, el silencio, tan solo roto por los coches atravesando la ciudad, aparece: difícil empresa será encontrar a mucha gente por la calle, puesto que muy pronto se recogen a sus hogares. Una de las causas de ello será la hora de la cena, oscilante entre las 6 y las 7:30, sumándole la muy temprana llegada del ocaso.

Eso sí, la ciudad no está pensada para el peatón. Muy pocos serán los pasos de peatones que encuentres (todos ellos delimitados con dos farolas intermitentes, para llamar la atención a los conductores más despistados), por lo que la vista jugará un papel importantísimo a la hora cruzar la calle. No podemos olvidarnos de los taxis (allí conocidos como cabs), realmente amplios, que recorren la ciudad a todas horas, nombrando los tradicionales, negros, a los que se les ha sumado una variedad de colores, destacando los grises, azules y rojos. Pero el rojo queda, sobre todo, para los autobuses de dos pisos (curiosamente, el término bus se utiliza para éstos, mientras que los de un único piso se nombran como coach).

En definitiva, una ciudad preciosa que siempre te tendrá guardadas grandes sorpresas.


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