martes, 4 de octubre de 2011

Mi Reventón

Estaba siendo un año de grandes cimas, y no podía faltar ésta, una de mis favoritas, a la que siempre merece la pena llegar, puesto que ofrece una enorme cantidad de magia a todos los que saben descubrirla.
La primera sorpresa fue encontrarnos en La Granja, lugar de partida, a dos titiriteros, Julio Míchel y Salvador Lucio, subidos en un carro, tirado por unas mulas, tocando melodías para animar a todo el grupo. Seguidamente, hicimos un breve alto en el camino en Valsaín, junto a la casa de Manuel Iradier, para conocer su historia. Este explorador dedicó buena parte de su vida a recorrer muchos paisajes hoy en día pertenecientes a Guinea Ecuatorial, en particular el río Muni (río del peligro).
Y, tras este receso para la historia, comenzó el desafío físico, primero por un muy agradable bosque acompañados por un riachuelo para dar lugar más adelante a una serie de arbustos en el paisaje. Y ahí llegó la primera variante frente a mis dos anteriores subidas a esta cima: lo que venía siendo un día muy agradable se convirtió en una tormenta; sin embargo, en ruta, no nos detenemos por la lluvia, por lo que nos pusimos las capas y continuamos con nuestra aventura, disfrutando de la magnífica puesta de sol, una de esas contribuciones a la magia de este recorrido.
El camino, tras los grandes desafios emprendidos anteriormente, se me hizo fácil y rápido. Las estadísticas, medidas con GPS, como a mí me gusta, reflejaron unos nueve kilómetros y medio de ascensión con ochocientos metros de desnivel.
Y al llegar arriba, contento, alegre y sorprendido de mí mismo por no haber sufrido absolutamente nada (recordando ediciones anteriores), las nubes dejaron hueco para disfrutar de las estrellas. Hizo algo de fresco (apenas 4 grados Celsius en el termómetro al amanecer), pero la experiencia, de nuevo, fue inolvidable. Del descenso, contaros que un loco albaceteño apareció con pantalones y camiseta cortos (sí, con cuatro grados), y que disfrutamos de un precioso amanecer, así como de unas vistas privilegiadas sobre la comarca, en busca de nuestro destino final, Rascafría.
Queridos lectores, sé que tengo pendiente una ascensión a este lugar con más de uno de vosotros. ¡Ojalá podamos hacerla pronto! Me encantará acompañaros.

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