viernes, 15 de abril de 2011

Un día de ensueño


Queridos lectores, hace varias semanas hice una excursión en familia que nunca olvidaré. En ella, se cumplió uno de esos sueños de la infancia que siempre se persiguen, aunque a veces, con el ajetreo de la vida diaria y la gran cantidad de nuevos proyectos en mente, lamentablemente se olvidan.
La verdad es que nunca llegamos a conocer al cien por cien nuestra tierra, y siempre nos tiene guardada alguna que otra sorpresa. Una de mis más grandes aficiones es ésa: ver pueblos, recorrer caminos, hablar con las gentes, a lo largo de la provincia de Albacete. Es muy positivo correr por el mundo, visitar países, acercarse a sus culturas, pero también creo muy importante saber de tu tierra, encontrar esa afinidad entre tú y los campos que te vieron nacer.
Así, nos desplazamos hacia la zona sur de la provincia que, una vez más, nos ofreció una serie de paisajes increíbles. Sin embargo, había algo que había visto tímidamente en alguna foto, pero quería contemplar con mis propios ojos: una cascada que tenía una altura considerable (entre 7 y 8 metros), formando un pequeño lago a su caída. Costó llegar al lugar, ubicado en las cercanías de la localidad de Bogarra, pero al final alcanzamos nuestra meta, deleitándonos ante la belleza de este salto de agua. Cómo no, no había que desperdiciar la oportunidad de bañarse en semejante lugar, por lo que, a pesar de que la temperatura del agua no era precisamente cálida, nos dimos un muy buen baño. Antes de entrar en el pequeño lago, vimos una pequeña culebra de agua, a la que no pudimos fotografiar, porque rápidamente huyó de nuestros objetivos. El agua estaba fría, muy fría, pero iba a bañarme bajo una auténtica cascada, como las que aparecen en las películas. Al acercarme, el potente ruido de cada una de las gotas al caer sobre la superficie horizontal me aisló de cualquier tipo de sonido del exterior. Y así, de espaldas, una ducha de agua bien fresquita cayó sobre mí. La sensación, increíble; no hay palabras para describirla. Sin duda, un sueño hecho realidad.
Mas ahí no acaba la historia, porque nos indicaron que, siguiendo una senda, descubriríamos muchas otras cascadas. Y así fue: por un camino invadido en muchos tramos por la maleza, con pendientes muy abruptas, nos encontramos con varios saltos más y con una auténtica joya, de unos treinta metros, preciosa. Lástima que las fotos no salieran bien: en verdad, así guardamos el compromiso de volver a este mágico lugar. De todas formas, os dejo una de esta última cascada, realmente impresionante.
Para finalizar el día, contemplamos una vista magnífica desde el mirador del diablo, en Aýna (según la nueva ortografía, a este municipio se le permite la tilde en la y), sobre la "Suiza manchega".

1 comentario:

  1. Tienes razón, estoy de acuerdo contigo. Creo que es muy importante conocer bien tu tierra. A mi me encanta viajar por Extremadura y conocer cada publecillo, porque aquí también hay cosas preciosas y así, cuando vengas por aquí, te puedo llevar a verlas :P que por cierto... ¿Cuándo te apuntas a venir? jeje ya sabes que tienes casa!!

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