Destaco Lisboa, porque me gustó, descubrí una ciudad muy interesante con unos rincones preciosos. La aventura portuguesa comenzaba con una gran comida: el godicio consiste en clavar la carne en unos sables, ponerlos sobre el plato y entonces cortarlo. Comida abundante y muy buenos momentos junto a grandes amigos. Una gran tarde.
Amanecía un nuevo día con la ilusión de conocer Lisboa. Me sorprendió el Tajo, río muy conocido, pues es realmente inmenso un río que en Toledo es importante, pero del que parecería imposible encontrarse con una desembocadura así. No me puedo olvidar del castillo de San Jorge, mi patrón, desde el que se pudieron observar unas preciosas vistas de la capital lusa. Y, al llegar a la plaza del ayuntamiento, entre fado y fado por el camino que complementaban
la alegre arquitectura lisboeta, un gran encuentro: mi gran amiga Jorge, compañera de la ruta 2009, estaba aguardando a los ruteros. Una gran sorpresa.
Para concluir este magnífico día, una visita al incomparable Monasterio de los Jerónimos (parada obligatoria, de gran belleza arquitectónica), Torre de Belem y Monumento a los Conquistadores. Quizá, además de por ser tan bonita, por su íntima relación con la aventura de conocer nuevos lugares me pareció tan mágica esta ciudad.Para concluir tan especial jornada, embarque en el barco Galicia, disfrutando de una incomparable puesta de sol navegando por el Tajo.
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