Queridos lectores, hace varias semanas hice una excursión en familia que nunca olvidaré. En ella, se cumplió uno de esos sueños de la infancia que siempre se persiguen, aunque a veces, con el ajetreo de la vida diaria y la gran cantidad de nuevos proyectos en mente, lamentablemente se olvidan.
La verdad es que nunca llegamos a conocer al cien por cien nuestra tierra, y siempre nos tiene guardada alguna que otra sorpresa. Una de mis más grandes aficiones es ésa: ver pueblos, recorrer caminos, hablar con las gentes, a lo largo de la provincia de Albacete. Es muy positivo correr por el mundo, visitar países, acercarse a sus culturas, pero también creo muy importante saber de tu tierra, encontrar esa afinidad entre tú y los campos que te vieron nacer.
Así, nos desplazamos hacia la zona sur de la provincia que, una vez más, nos ofreció una serie de paisajes increíbles. Sin embargo, había algo que había visto tímidamente en alguna foto, pero quería contemplar con mis propios ojos: una cascada que tenía una altura considerable (entre 7 y 8 metros), formando un pequeño lago a su caída. Costó llegar al lugar, ubica
Mas ahí no acaba la historia, porque nos indicaron que, siguiendo una senda, descubriríamos muchas otras cascadas. Y así fue: por un camino invadido en muchos tramos por la maleza, con pendientes muy abruptas, nos encontramos con varios saltos más y con una auténtica joya, de unos treinta metros, preciosa. Lástima que las fotos no salieran bien: en verdad, así guardamos el compromiso de volver a este mágico lugar. De todas formas, os dejo una de esta última cascada, realmente impresionante.
Para finalizar el día, contemplamos una vista magnífica desde el mirador del diablo, en Aýna (según la nueva ortografía, a este municipio se le permite la tilde en la y), sobre la "Suiza manchega".