lunes, 23 de marzo de 2009

NO ME AVERGÜENZO

¡Compartid vuestros sentimientos, no quiero tacañerías, compartidlos con los demás! Decía un compañero de viaje en cantidad de ocasiones.
Y así es: hoy no tengo vergüenza para decir que he llorado. Las lágrimas han recorrido mi tez como si de un niño al que le quitan su juguete favorito se tratara.
Pero, querido lector, eran lágrimas de alegría. La alegría de recordar esos momentos de un 10 de marzo (ya hace más de tres años) en un estudio de Onda Cero Albacete. E irresistiblemente no puedo contener el muro de mis sentimientos al recordar esos momentos que me darían la llave de conocer a tantas personas y tantos lugares. Amistades eternas que creé en Ruta Quetzal que se resumen en mis lágrimas: estoy feliz por haber compartido tanto con todos vosotros.
Algunos, todavía, en nuestros días, continúan afirmando que los hombres no lloran. Les respondo que son precisamente los hombres buenos los que reconocen sus fallos, se emocionan con una película o simplemente al vivir y recordar algo realmente importante en sus vidas.
Me pareció un sentimiento natural vivir de nuevo esta alegría, y por eso quería compartirla con mis queridos lectores.
Haciendo honor al título de este blog, Diario de un físico por el mundo, contar que este fue el inicio de años de fantasía, ilusión y, sobre todo, magia. Gracias a todos, absolutamente todos, los que me habéis acompañado en el camino de la vida durante estos años hoy soy un hombre dedicado a soñar.
Soñador de profesión, rutero de corazón, amigo para siempre.

martes, 17 de marzo de 2009

EL AMOR

Muchas veces la razón nos engaña, nos hace querer a alguien al que el corazón realmente no ama. La razón nos hace confundir cariño con amor; ese regalo que tiene la especie humana, la razón, que nos ha servido para tantas cosas, nos traiciona y nos vende sentimientos no verdaderos.
Para no caer en esta trampa en otra ocasión, deberíamos reflexionar sobre lo que de verdad significa la palabra amor en nuestras vidas.
Y, para mí, el amor no está cuando hablas mucho con una persona, cuando te parece ideal para ti, cuando ves que contigo habla más que con otros... Eso es afinidad, pero no amor. En el amor sobran las palabras, una simple mirada lo expresa todo; sabes lo que siente tu alma gemela tan solo con mirarle a los ojos. En esos momentos el lenguaje corporal toma pleno protagonismo, dejando fuera al lenguaje sonoro. Y muestra de ello son las miles de discusiones que se han resuelto con una mirada de cariño. Dicen los evolucionistas y confirman los vividores que se puede mentir con la palabra, pero no con el lenguaje corporal. Un gesto lo dice todo.
El amor es ser capaz de darlo todo. Es también sentir lo que siente el compañero, tener las mismas preocupaciones, porque sus problemas son los problemas propios.
El amor es compartir, y en el verdadero no hay secretos, porque la mirada lo dice todo: se comparten sentimientos. Saber leer ese código nadie te lo enseña, porque es muy distinto según la persona, pero las mágicas combinaciones del azar hacen que un día te encuentres con alguien que habla tu mismo lenguaje: os entendéis, vuestros corazones por fin se han unido.
A veces, la palabra sobra, porque de verdad se entienden los corazones.