martes, 15 de mayo de 2012

Entre la leyenda y las nubes (I)

La ilusión por encontrarlo alimenta la curiosidad del viajero. Su camino será una búsqueda, con rumbo hacia lo desconocido, con el sueño de que sean sus ojos los que, por primera vez, descubran el mito. La leyenda ha hecho crecer durante siglos esas inquietudes. El buscador, al final de su tarea, no se dará por vencido: se dará cuenta de que lo realmente bonito ha sido el hecho de encontrarse en ese lugar, y se sentirá afortunado. Aun así, dejará una firme promesa de regresar: con la excusa de hallar lo nunca visto, pero con la certeza de que disfrutará de aquella tierra. Sin duda, el camino habrá merecido la pena.
Casi seis meses en Londres, la ciudad más grande de Europa, habían dado para mucho. Sin embargo, tenía una cuenta pendiente, de esas que a los amantes de la aventura siempre nos sacan ese yo natural, espontáneo y original que nos lleva a lugares mágicos: había que visitar Escocia y, más en concreto, el lago Ness. El viaje fue largo, algo menos de mil kilómetros (toda la noche y parte de la mañana en autobús), pero estaba seguro de que esta empresa sería inolvidable.
Inverness es la capital de las High Lands de Escocia, la ciudad más cercana al lago, por lo que ése fue mi primer destino. Sin embargo, ya hablaremos de esta preciosa localidad más adelante, puesto que ahora prefiero centrarme en la visita a semejante monumento natural.
En el primer día de los dos que duró este viaje, me dirigí hacia el castillo de Urquhart, construido entre los siglos V y VII, a orillas del lago. El viaje en autobús fue muy entretenido, tanto por la velocidad del conductor en una carretera más que sinuosa, dándole algo de diversión al trayecto, como por la riqueza paisajística que el recorrido me ofrecía. Y es que, poco antes de llegar a Lockend (final del lago), hay un canal rebosante de agua, tanto que en algunos momentos la carretera circula por el centro de ese flujo y se pueden descubrir también, en medio del canal, algunas señales de la que sería una antigua vía. Así, entusiasmado por lo descubierto y curioso por lo que estoy a punto de ver, me encuentro, por primera vez, con el lago Ness. En ese momento se cumple un sueño de la infancia, algo que, desde pequeñito, había deseado, porque esos deseos son los que mueven el mundo y hacen que la sociedad sea más humana, llenos de ilusión y libres de cualquier mala intención.
Ya en mi primer destino, descubrir este tesoro que la historia nos ha legado en medio de la naturaleza es algo muy especial. Tras recorrer la zona, caminé hasta Drumnadrochit por un sendero anexo a la carretera (2 millas, aproximadamente cuarenta minutos), disfrutando de unas bonitas vistas sobre el lago y de esos prados llenos de verde y poblados de muchas ovejas.
Drumnadrochit es uno de los puntos de referencia para el turista que visita el lago Ness. Fue curioso descubrir la paz de este lugar fuera de temporada alta, con decenas de tiendas de recuerdos vacías, una curiosa maqueta de "Nessie", el monstruo, una original reproducción floral del castillo de Urquhart y el museo. Una de las cosas que más me llamaron la atención fue uno de los submarinos que se utilizaron en su momento para buscar el famoso inquilino del lago.
Tranquilidad y una puesta de sol: combinación ideal para la fotografía y la reflexión.
Sin embargo, este primer día me supo a poco. El plan, hasta el momento, era conocer el lago Ness para dedicar la segunda jornada a Inverness... pero mi relación con esta gran formación hidrográfica tenía que ser un poco más larga e intensa. Así, cambié de planes y llegó un día cargado de intensas emociones, del que os hablaré en la próxima entrada.